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2º Parte: El despido, la enfermedad...

Este artículo fue publicado el 20 de agosto del 2017


Mi trabajo como ejecutiva estaba lleno de estrés (que después me pasó una gran factura) y mi trabajo como terapeuta me exigía una templanza que me costaba trabajo encontrar en el mismo día: después de batallar para conseguir millones de pesos en ventas y pelear con la competencia interna y externa de la empresa, pelear en el tráfico por el tiempo que perdía… y todo a la carrera para llegar puntual al consultorio, sentarme a meditar y tranquilizarme y así poder dar el acompañamiento éticamente, es decir, sin que se “chorrearan” mis temas con los del cliente. Difícil y enloquecedor: “¡correr, correr para llegar a calmarme!”

Así que de pronto me di cuenta de que mi auto-exigencia (desmedida desde siempre) me estaba llevando al agotamiento físico, mental y emocional… Dejé para “después” mi sueño y empecé a ahorrar para poder “algún día” trabajar sin necesidad económica y en lo que me gusta… y me apasiona: acompañar a otros a descubrirse y crecer, servir al ser humano, para su bienestar físico, emocional y espiritual! Un trabajo en el que me descubro, aprendo, crezco como persona y me da plenitud.


Curioso que los cambios en mi vida siempre se han dado cuando me he encontrado “preparada” y han sido pensados y planeados por mí aunque no con mi cabal participación… he dejado simplemente, que sucedan… así fue con mis relaciones maritales y así con este trabajo que ha sido el más importante de mi vida… casi como otro matrimonio (fallido).


Después de trabajar durante 11 años en esa empresa y de ser premiada como una de las mejores vendedoras, me despidieron. Así que de pronto me encontré sin trabajo y con un chequesote, con ahorros y muy sorprendida: ¿Por qué? ¿Por qué a mí? ¿Qué pasó? Me sentía contenta de no trabajar más en el estrés y poder decidir a qué me quería dedicar… pero… tenía miedo y otra vez: “¿y si me quedo pobre?” Tino está como siempre a mi lado y apoyándome incondicionalmente (¡Qué raro! No conocía esa forma de relación).


Después de semanas de asombro y de pasar por las “etapas del duelo”, hice cuentas y puse en claro los recursos con los que contaba: todo muy bien, no me quedaba pobre, podía sobrevivir unos años sin trabajar por “necesidad económica” y dedicarme a hacer clientela como terapeuta, dar clases y promover mi pensión por jubilación. Estaba por cumplir 60 años!!! Así que todo bien… asustada con el cambio pero contenta.


Cuando te despiden


Lástima que no todo se dio como lo planee: primero en mi familia hubo una gran tragedia, la enfermedad y muerte de mi sobrino nieto Mauricio, un bebé de apenas año y medio de vida, que sufrió mucho por un cáncer de hígado.


Fue una etapa de gran dolor porque viví de cerca el sufrimiento de mis hermanos y sobrinos y del bebé desde luego y el mío propio que me confrontó mucho con mis creencias y vi tambalear la fe de todos… hasta perderla y renegar y renegar por la “injusticia” Fueron seis meses terribles pero en los que pude estar presente de tiempo completo en la vida de mi hermana y mis sobrinos ya que no tenía trabajo…


Ahora que lo escribo me vuelvo a conectar con la tristeza de hace tan solo dos años…

Y no fue todo…al poco tiempo me enfermé: empecé con una arritmia cardiaca muy severa causada por una vieja dolencia en la válvula mitral. Estuve tres meses tratando de sortear la enfermedad, llena de medicinas que me hacían sentir cada vez peor, hasta que –irremediablemente- me tuvieron que operar para cambiarme dos válvulas cardíacas.


Estuve inconsciente 10 días en terapia intensiva, tuve un derrame cerebral y neumonía después de la operación. Sufrí muchísimo física y emocionalmente, recuerdo todas las pesadillas que tuve en mi etapa de inconsciencia(¿?) y que me da pudor y flojera a la vez, narrar aquí.


Lo que siguió fue también desastroso: el seguro de gastos médicos no aceptó pagar mi operación y mis ahorros y el producto de mi finiquito fueron directamente a pagar al hospital y a los doctores, increíble!!! Ahora si estaba pobre. Y Tino junto a mí siempre (igual que mi querida familia que estuvo al pendiente todo el tiempo).


Cuando empecé a recuperarme Tino me dijo: “ya estás donde más temías estar” operada, con un infarto cerebral y sin dinero!!!!! Así que de aquí en adelante todo es recuperación, ¡todo para adelante! Hombre sabio que me tocó: ¡por fin!


Al mes de que salí del hospital me dio otro derrame cerebral y mi caída en espiral descendente fue brutal Sólo pensaba en muerte… así que un buen día en que, estando en Valle, me di cuenta que tenía miedo de morirme a la vez de que tenía ganas de matarme, decidí dar unos pasos más en mi recuperación: tomar antidepresivos, ir a terapia y meterme a trabajar en lo que dejaba dinero y sabía hacer muy bien: ventas de publicidad. Otra vez posponía la realización de mis sueños: trabajar en otra cosa y sin necesidad económica…


Visto desde aquí y ahora, tomé buenas decisiones... Recuperé poco a poco mi energía y… sobre todo mi alegría innata No me reconocí nunca desdichada… ni en los peores momentos anteriores me había sentido así.” ¡Yo no soy así¡” me repetía muchas veces al día. ¡Y recuperé la dicha!


Al poco tiempo dejé los antidepresivos que me atontaban y bajaban mucho la energía, aunque sin duda me sirvieron… ¡La terapia me hizo muy bien! Mi querida maestra y terapeuta Loly me hacía magias cada vez más potentes, certeras y sanadoras y la revisión que hice de mí fue certera.


Con mi trabajo, quedó claro que ya no pertenecía más a ese mundo de la publicidad y la venta de ésta. Agradeceré siempre la oportunidad que me dieron en esa empresa para volver a trabajar bajo circunstancias adversas, ya que mi energía no estaba suficientemente potente. Me aburría trabajar allí, también es cierto. Y la mayoría de las personas me parecían aburridas y de mala vibra…


Un buen día… un fin de semana en que me encontraba en Valle de Bravo, Tino se levantó de la cama y me dijo que quería comprar un terreno que estaba muy barato y en un lugar precioso! Pensé que había enloquecido porque él tiene una gran propiedad y no necesita más terreno… aunque estaba empezando a formar un nuevo negocio en los terrenos de su propiedad…


Así que de pronto me encontré peguntándole qué tan barato era y al oír el precio y la cantidad de metros2, dije: ¡Ahhh para mi cabaña! yo lo compro… Así que nos dirigimos a verlo y en ese momento, con la vista puesta en el espectacular entorno boscoso, decidí renunciar a mi trabajo e irme a vivir allí. Así, de pronto, como nunca en mi vida, decidí un cambio de rumbo total.


Mi entusiasmo crecía y crecía… el miedo desapareció en cuanto apareció la belleza de Los Saucos. Importante señalar que entre mis inversiones tenía la de un departamento del que pagué un enganche en “preventa”, durante un año, y como no podía ya comprarlo… pedí la devolución del enganche, lo que sirvió para pagar el terreno maravilloso de Los Saucos y empezar la construcción de mi cabaña... Continuará


Valle de Bravo



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