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Que no te pase en estos días...( Primera parte)

Me pasó a mí, les sucedió a otras mujeres conocidas, no quiero que te pase a ti.

Un jueves a la una fui a la Comercial Mexicana San Jerónimo, movía con dificultad el carrito pues rebosaba de compras para un mes, pocos metros antes de llegar a las cajas iba por el pasillo de las pastas. Había cuatro carritos mal estacionados y aunque pedía permiso no me daban el paso, al contrario, dos de ellos chocaron contra el mío; sus conductores (dos hombres y dos mujeres) parecían distraídos mirando hacia lo alto de las estanterías. Al fin al llegar a la caja y comenzar a pasar la mercancía, la bolsa se deslizó de mi hombro ¡abierta! De, inmediato me percaté de la desaparición de mi cartera y empecé a gritar: “¡me robaron! ¡robaron mi cartera!”. Acudió un vigilante, expuse lo ocurrido y contestó:


cuida tu bolsa, puntoencomun

—Señora ¿por qué no cuida su bolsa? su responsabilidad es cuidar su bolsa. ¿Está segura? a lo mejor no traía su cartera... las señoras de su edad... son muy olvidadizas… muy despistadas.

Estuve a un tris de írmele a la yugular y sin decirle que acababa de sacar del cajero automático 3000 pesos —obvio con una tarjeta que llevaba en la cartera— exigí la presencia del gerente. Este casi repitió las palabras del anterior sujeto:

—La tienda no puede responsabilizarse del descuido de sus clientes...

—¡Qué padre! —respondí. —Entonces para qué son las cámaras...

—Para evitar el robo de mercancías...

Mi indignada, desesperación iba en aumento, en eso, una señora que escuchaba el alegato ofreció su consejo:


—Déjelo, aquí nadie la va a ayudar, mejor cancele sus tarjetas de inmediato. A mi me hicieron lo mismo hace tres meses, es evidente que es una banda, la misma táctica... en 15 minutos, los rateros hicieron compras en el Sam’s con mis tarjetas... y ni modo, regreso aquí porque una tiene que seguir comprando el mandado...

Llamé a una de mis hijas que ese día iba a comer en la casa, expliqué el incidente y le habló su papá quien de inmediato canceló una de las tarjetas. Ella acudió a pagar mis compras, imagínense, además de todo volver a hacer ese supersote...

A la salida también me dio toda su morralla, 30 pesos que entregué al cerillo, pero me quedé sin un quinto para el viene-vine. Al pedirla una disculpa farfulló entre dientes:

—Y yo qué culpa tengo. Pinche vieja coda...

Rumbo a la casa la cólera estaba indecisa, no sabía adonde descargarse, si en los anónimos rateros o en las inolvidables caras de los empleados de esa tienda o en el viene-viene.

Treinta minutos después mi hija canceló las otras dos tarjetas. No hay nada más desgastante que el enojo, así que agotadísima también cancelé mi cita con el dentista.

Con IXE y American Express no hubo el menor problema y a los tres días enviaron la reposición (mis respetos). En cambio con BANORTE… ¡ármate de paciencia! Tuve que acudir al banco a tramitar la reposición. Evidentemente pidieron una identificación y como en la cartera también llevaba IFE y licencia, según yo muy precavida llevé el pasaporte. Oh sorpresa, en este mi nombre solo aparece con mi primer apellido y el de casada, por lo tanto no era yo porque en ese banco estoy registrada con el nombre de soltera. El “ejecutivo” dijo que era indispensable una identificación “correcta” y el acta de denuncia del robo ante el ministerio público.

A los pocos días llegó el estado de cuenta de ese banco. En la fecha del atraco había tres compras (que sobra decir yo no realicé): una en Home Depot por 5000 pesos y otras dos en Best Buy cada una por 8999 pesos.


Preocupada por manejar en esos días ya que si tienes algún percance y no traes licencia, el seguro no te paga nada (y no digamos el problemón con las autoridades); así que pedí a mi hijo que me acompañara en el calvario de la tramitología.

La odisea comenzó un jueves a las diez de la mañana. Primero lo primero, llegamos a la oficina del INE en Avenida México, grata sorpresa encontrarla moderna e impecable. El policía de la entrada preguntó si teníamos cita, se compadeció de mi desolado ¡no! y nos permitió pasar. El empleado que me atendió escuchó pacientemente lo sucedido y hasta sugirió que acudiera a la oficina contigua, era de la Tesorería y allí podía sacar la licencia. Terminé el trámite, en diez días podía recoger mi flamante INE. Por supuesto había llevado acta de nacimiento certificada y comprobante de domicilio.

Entramos a la otra oficina (también perfectamente limpia y actualizada. Con soIo dar mis datos aparecí en el sistema diez años más joven. Me informaron que la Tesorería no recibía pagos en efectivo, pero que si hacía el depósito en alguna Farmacia del Ahorro, de inmediato quedaba registrado, no así en el OXXO o en algún banco, porque en esos lugares el registro pasaría en 24 horas.

Cotinuará el día de mañana.

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